jueves, 6 de octubre de 2016

El piloto automático

Cuántas veces vamos a toda prisa a ningún sitio. Tan deprisa vamos que no nos damos cuenta de por dónde pasamos. Cuántas veces actuamos sin darnos cuenta y si nos preguntan a qué hemos dedicado el día ni nos acordamos.

Como los aviones tenemos piloto automático y lo activamos, dejamos que gobierne nuestra vida, nuestro tiempo, especialmente cuando estamos cansados o cuando no queremos darnos cuenta, no queremos decidir nuestro rumbo.

Llegamos a casa tan cansados por la noche que después de cenar cualquier cosa solo tenemos fuerzas para pulsar el mando a distancia y ver lo que nos echen, sin pararnos a pensar que podía ser mejor ir a la cama y descansar.

También el piloto automático nos permite hacer sin detenernos a pensar para qué hacemos, evitando que nos demos cuenta del absurdo de tanto hacer, de tanto correr, para no llegar a ninguna parte ¿Nos sentimos importantes por lo ocupados que estamos? ¿Es un lujo dejarse un espacio para pensar? ¿No podemos permitirnos parar a sentir?

Lo peor del piloto automático no es que nos lleva a cualquier parte, sin pensar a dónde queremos ir, mucho peor es que no nos deja disfrutar del camino, darnos cuenta de lo que vamos viviendo.

El piloto automático es sobrevivir sin vivir, como los zombis vivientes, muertos a los 30 y enterrados a los 85. Recuperemos el saber vivir, el saber disfrutar con lo sencillo, el ir despacio, el disfrutar de las buenas conversaciones y de la puesta de sol, de los cercanos y lo cercano. Vivir cada día, sus 24 horas, sus 1.440 minutos. Como hacen los niños y cómo todos sabíamos hacer cuando éramos niños
La sabiduría de Mafalda y de todos los niños

Para vencer el automático:
  1. Darnos cuenta: ser conscientes de lo que hacemos y nos pasa. Para eso hay que parar y observar.
  2. Decidir si el piloto automático nos conviene: es legítimo elegir.
  3. Cambiar y vivir si decido que no me conviene.

Te invito esta semana a explorar tus automatismos, por mi parte me meto tanto en el hacer distintas cosas que me disperso y acabo abrumado, lo que no me conviene. Receta: parar y pensar antes de hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario