miércoles, 7 de enero de 2015

Proactivo o Reactivo

¿De qué depende quién eres, lo que eres, tu situación actual? De la herencia genética (responsables tus abuelos), de tu educación y de las experiencias infantiles (responsables tus padres), del entorno (responsables tus amigos, tu jefe, la crisis…) o de tus elecciones (responsables tú mismo).

Si la situación no es la deseada resulta fácil echar balones fuera, culpar a otros ¿Cómo voy a ser yo el culpable? ¿El responsable? Si te responsabilizas te conviertes en protagonista; si la responsabilidad está fuera te sientes víctima, de la genética, de la educación o de las circunstancias.  Responsabilidad es responder + habilidad, es la habilidad para escoger la respuesta que damos a un evento dado.
Ser reactivo es reaccionar automáticamente a los estímulos, si me dicen algo que no me gusta me cabreo y grito o me pongo a llorar. La amígdala, la parte del cerebro más primitiva toma el control, el denominado secuestro amigdalar, luchamos o huímos.

Entre estímulo y respuesta siempre hay un hueco, un instante, que nos permite parar la reacción automática y ceder el control a la decisión consciente. Es la vieja receta de contar hasta 10 antes de explotar cuando te sientes iracundo, esperar al día siguiente antes de escribir ese correo incendiario, con una emoción más calmada.

Personas distintas, ante las mismas circunstancias, reaccionan de manera distinta, unos pueden hundirse y otros percibirlas como un reto. Las circunstancias pueden ser nefastas, como las que describe Víctor Frankl, en su obra “El hombre en la búsqueda de sentido”, donde observa las diferencias de actitud en un campo de concentración; esa distinta actitud lleva a distintos resultados. Nuestra última libertad es la de elegir la actitud con la que nos enfrentarnos a nuestras circunstancias.

Ser proactivo es tomar la iniciativa, ser responsable de nuestra propia vida. Eso pasa por estar convencido de que tú creas tu futuro, que has creado tu presente, que sientas como tú influyes en tu vida. Nuestras elecciones nos llevan a nuestra situación.

Para la proactividad es necesario saber qué es lo que se quiere hacer, si no lo sabemos seguimos al rebaño, hacemos lo que otros hacen o lo que otros quieren que hagamos.

Nuestra conducta es función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones, que el día esté nublado no justifica nuestro comportamiento. La proactividad es capacidad de elegir, elegir lo que queremos, elegir nuestras acciones hoy que nos llevan a los resultados de mañana. Elegimos nuestras acciones y aunque no elegimos las consecuencias somos responsables de ellas.

Tengo que elegir a qué dedico el tiempo para ser efectivo (ser eficaz de manera sostenible) y para ello puedo tener en cuenta la oración de la serenidad, atribuida a Reinhold Niebuhr: “Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para apreciar la diferencia”

Puedo estar preocupado por algo, sobre lo que no tengo influencia, entonces para qué preocuparse. También me puedo preocupar por algo que no ha ocurrido, pre-ocuparme, ocuparme por anticipado, por si acaso; en muchas ocasiones lo que me preocupa no ocurrirá.

Es diferente si en lugar de preocuparme me ocupo, me ocupo de las cosas sobre las que puedo hacer algo. Cambio mi discurso del yo soy así, no puedo hacer nada, el tengo qué o lo que haces me enfada a puedo cambiar en cada instante, vamos a ver lo que se puede hacer, quiero hacer.

Esta entrada está inspirada en el primer hábito propuesto por Stephen Covey en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, SER PROACTIVO. Me encuentro en el proceso de un curso inspirado en el libro y la tarea de esta semana es trabajar este primer hábito.

Te propongo un desafío, 30 días de proactividad: poner compromisos y cumplirlos, entrar en el círculo de influencia (sobre lo que puedes hacer) y salir del de preocupación (cuándo no puedes hacer), ser luz y no juez, modelo y no crítico. Puedes practicar en familia, con los amigos, en el trabajo… La repetición es la base del hábito, como ponía de manifiesto en la entrada "el hábito no hace al monje ¿O sí?"

Como regalo final un cuento sufí que el formador, Augusto Gonzalo, compartió con nosotros en las jornadas presenciales del curso, del tigre que se creía oveja.

6 comentarios:

  1. Tras pensar un poco en los conceptos reactivo y proactivo que aquí nos explicas, y aunque el texto es prácticamente ambiguo sin llegar a posicionarse moralmente en que es mejor si ser reactivo o proactivo, sí que me queda una clara sensación de que lo normal es tender a pensar que ser proactivo es una opción mucho mejor, mucho más madura.

    Cuando dices que “es fácil echar balones fuera” cuando la situación no es la adecuada y así culpar a otras cosas de nuestros resultados es totalmente cierto.

    Si bien creo que muchas veces en ciertas circunstancias hacerte a ti mismo responsable de una derrota, es decir tomar una actitud proactiva puede ser muy perjudicial, me explico, yo puedo plantearme un reto, y poner todos los medios que me sea posible para conseguirlo, sin embargo aunque este perfectamente cualificado para superar el reto no lo consigo por unas circunstancias determinadas, ajenas a mí.

    Un ejemplo podría ser una persona que se prepara para superar el carnet de conducir y que tras innumerables prácticas sabe conducir perfectamente, pero cuando llega el día del examen, llueve y eso hace que se empavone el cristal, lo que le resta visibilidad, lo que se suma a que esa mañana se le acabo el líquido de las lentillas y no ve todo lo bien que acostumbra a ver, por lo que al final suspende el examen.

    Bien esa persona que ya ha puesto todos sus esfuerzos tiene que hacer un análisis final tras el examen, y si se responsabiliza a si mismo, es posible que no se vuelva a presentar, perdiendo así la posibilidad de haber tenido el carnet, lo cual ha ocurrido sencillamente por mala suerte.

    También hay muchas veces que ser proactivo puede volver a ser perjudicial,hay oportunidades que pasan, y tardan en volver a hacerlo.

    Otro ejemplo de esto podría ser, un emigrante que se encuentra en un país donde su dominio de la lengua es bastante vago, y está en el primer mes buscando trabajo como loco, y tras terminar su día de entrega de currículums (ya se le han acabado todos los de la mochila) se dirige a su casa, y entonces ve como en un establecimiento cuelgan un papel en el que requieren empleados para incorporación inmediata.

    Bien esa persona tiene dos opciones, reaccionar de manera reactiva es decir, necesita el trabajo, están poniendo un cartel, entro y pido el trabajo (que es lo primero que me sale), o reaccionar de manera proactiva ir a casa reimprimir más curriculums y volver al día siguiente con el currículum y la historia que cuenta para venderse bien preparada ( es como en el ejemplo del e-mail el que espera un día antes de mandar el contenido incendiario), y aquí es donde llega el problema, ninguna opción es mejor que la otra, simplemente dependen de las circunstancias. Puede que decida ir mañana mejor preparado o puede que se arriesgue, pero claro puede que mañana cuando vaya el trabajo ya este cubierto y la oportunidad se halla esfumado, con lo cual ser proactivo ha sido perjudicial.

    Ortega y Gasset dijo «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo», y es que al final por mucho que nos pese muchas de nuestras decisiones dependen del momento en el que se toman, en otra de las entradas he leído algo así como que “hay personas con las que ir deprisa es ir más despacio” y en el resto de cosas de la vida puede pasar lo mismo.

    Al final lo que quiero decir poniendo todo este royo que tal vez no hayas ni llegado a terminar de leer (muy probablemente) es que al final no se trata de lo que como dices en el título de si “proactivo o reactivo” sino de que cuanto de reactivo o de proactivo tienes que tener, donde está tu mezcla ideal, ya que muchas veces engañarse y echar balones fuera es bueno si eso te hace seguir con tus metas.

    Y que conste que todo esto lo escribo no como critica ni mucho menos, sino como admiración de lo que leo por aquí, y ya que estamos pues buscarle un poco tres pies al gato.

    Y ahora voy a seguir con unas buenas linking expressions que miraba antes de ver este blog y que necesitaré para el examen que tengo en un mes! Así que el reto que has propuesto me viene perfecto!

    ResponderEliminar
  2. Gran aportación y por acompañar tu reflexión comentar que el primer hábito a adquirir (para Stephen Covey) es ser proactivo, tomar nuestras decisiones y no dejarnos llevar por las situaciones.

    La historia del carnet de conducir, lo que haces no garantiza tus resultados, te responsabilizas de tus acciones, no de los resultados. En cuanto a esto me gusta el enfoque del libro de los cuatro acuerdos de Miguel Ruiz, recogiendo la sabiduría Tolteca; el cuarto acuerdo es “Haz siempre lo máximo que puedas”. (Libro muy recomendable, con otros 3 acuerdos para disfrutar más plenamente de la vida).

    En cuanto a la historia del trabajo, creo que sería proactivo entrar ese mismo día o volver al día siguiente con el currículo. En los dos casos hay un espacio entre el estímulo y la respuesta, no se actúa en automático. Otra cosa sería actuar en automático, de forma reactiva y por ejemplo pensar ¡¡¡A la mierda, ya he entregado muchos currículos hoy!!! Y no pasar ni hoy ni mañana.

    Lo que puedes haber leído en la entrada “poner primero lo primero” es “Con las personas en muchas ocasiones ir deprisa es ir despacio”: la reflexión es que si pretendes acabar con una diferencia de opiniones en cinco minutos, con presión de tiempo, probablemente no lo consigas; si quieres establecer una buena relación en 15 minutos será difícil, es complicado programar en las relaciones con las personas.

    Suerte con el examen

    ResponderEliminar
  3. Me pareció interesante y bien explicado. Muchas gracias. 🤓🎈

    ResponderEliminar